lunes, 13 de julio de 2009

Segundo día en tierra: segunda parte



Me la quedo mirando atontado. Me mira, segura de sí misma. Le digo, molesto:

_Tienes razón, soy un humano y no tengo ni idea de qué me estás hablando. No necesito una niñera, tengo edad para cuidarme solo.


_Hay cosas para las que nunca estás preparado, por mucha edad que tengas.-me contesta ella. Me deja descolocado, y cuando voy a preguntarle a que se refiere, se da la vuelta y abre mi ventana. Sin ni siquiera volverse para mirarme me dice:


_Te espero en el instituto. Espero que no llegues tarde.-Y salta por la ventana.


Entonces hice lo que cualquier persona normal habría hecho en mi lugar: correr hacia la ventana para comprobar que se ha descoyuntado cada hueso de su cuerpo. Pero al asomarme, pude verla levantarse tan feliz del suelo, sacudiéndose unas briznas de hierba. Mi mente no está procesando toda esta información y por eso todavía conservo la cordura, pero si el alter ego malvado de la sirenita sigue pululando por mi vida como Pedro por su casa voy a sufrir un ataque.

Busco unos pantalones largos con los que no me ase (los cortos saltaron junto con ella por la ventana) y una camiseta cualquiera y bajo a desayunar como un rayo. No quiero que vaya a mi instituto, y menos sola. Imaginarmela presentándose a mis amigos del mismo modo que conmigo me altera de tal forma que golpeo sin querer el vaso, derramando el zumo por la encimera (si hoy tomo café me dará un infarto). Lo limpio rápidamente y salgo disparado hacia la puerta, deseando llegar a tiempo.

jueves, 11 de junio de 2009

Segundo día en tierra:




El sol me golpea los párpados y me obliga a abrir los ojos. Miro a mi alrededor y sonrío. Estoy en mi cuarto, en mi cama, y todo ha sido un sueño. Me froto los ojos y me incorporo lentamente. Busco a tientas junto a mi cama las zapatillas para bajar a desayunar, cuando algo me agarra el tobillo. Grito mientras sacudo la pierna con fuerza y salto de nuevo a la cama. Agarro la almohada, lo único medianamente peligroso de mi cuarto y me asomo al borde de la cama. De pronto, aparece una cara por debajo, una cara extrañamente familiar. Pero...


_ ¿Qué tal, humano? ¿Sabías que aquí debajo hay objetos con más años que yo? ¿Y qué se supone que es esto?- dice ella.


Entonces se arrastra para salir de debajo de mi cama, sosteniendo unos calcetines en la mano. Juraría que yo nunca tuve calcetines negros... Se los arranco, aturullado y le pregunto:

_ ¿Quién eres tú y qué haces en mi cuarto?


_ Me habían dicho que teníais mala memoria pero no esperaba que los humanos olvidasen tan rápido. Cuando me colé en tu cuarto anoche tras nuestra conversación, esperaba algo mejor que una patada como bienvenida.-protesta ella.


_ Espera...- me paro un segundo a pensar. En ese momento caigo en la cuenta- ¡Tu eres la sirena! ¡Pero no tienes cola de pez!


_ Es estupendo que hayas llegado a esa conclusión tú solito. En serio, tu perspicacia me sorprende cada vez más- me dice en tono socarrón.


Este bicharraco está empezando a tocarme la moral, así que le contesto:


_ ¿Y por qué no te buscas a otro al que fastidiar? O mejor aún, ¿por qué no te vuelves a la charca de la que has salido?- le bufo mientras coloco las sábanas y saco mi ropa del armario.


Ella me mira con cara de odio y me contesta:

_ Eres el primer humano que rechaza mi compañía. Lo cierto es que hasta ahora no me habían mandado cuidar de un humano tan joven e inepto, pero todo esto no lo organizo yo, sólo soy una mandada.- se coloca la ropa y entonces caigo en que lleva puesta mi camisa verde y los únicos pantalones cortos que me quedan. No consigo recordar su nombre para insultarla apropiadamente, pero le pregunto:


_ ¿Y por qué se supone que tienes que cuidarme señorita tengo-cola-de-pez-pero-robo-pantalones?


Ella me mira entonces sonriendo y me dice:

_ Ahora llega mi parte preferida. Aquí es cuando yo lo sé todo y tú eres el humano-que-no-tiene-ni-idea.






jueves, 28 de mayo de 2009

Llegada a tierra: primer día

Todo está tranquilo en la costa. Las gaviotas sobre vuelan la orilla y las olas chocan suavemente contra las rocas. Las algas se acumulan a su alrededor, y se anclan a ellas con la marea baja. Paseo junto a las piedras más cercanas a la orilla y me agacho para coger una concha que tiene un color…

De pronto, una cabeza emerge junto a los peñascos. Una cara redondeada e infantil rodeada por un pelo ondulado me saluda con una sonrisa pícara mientras exclama:


_ ¡Hola! Bienvenido a mi nuevo blog. ¿Eres nuevo por aquí?

Creo que mi cara es suficiente. Acabo de ver una cola de pez gigantesca asomando tras ella y mi cerebro no da para más que para caerme hacia atrás, abrir la boca y poner cara de besugo. Ella se ríe y afirma:


_ Parece que sí.- Entonces sale completamente del agua y puedo apreciar con más detalle su cola, de color turquesa mientras ella se recoge el pelo distraidamente- Mi nombre es Daena y soy la creadora de este espacio.


Me la quedo mirando. Esto no es real, estoy en mi cama durmiendo, es una pesadilla…si me despierto ahora mismo juro que no volveré a cenar burritos nunca más. Entonces cierro los ojos con fuerza y me pellizco.

Cuando los abro ella sigue allí, con la diferencia de que ahora me mira como si me faltase un hervor. Entonces decido que si no voy a despertarme, al menos voy a disfrutar del sueño. No todos los días sueña uno que se va a la playa.
Ella se me acerca un poco más y me dice:


_ ¿Estás bien?


_Si, he decidido hacerme a la idea de que eres el resultado de un trauma infantil que tuvo algo que ver con una sardina en mal estado. No te lo tomes a mal, eres guapa y no creo que esto vaya contigo pero no me creo que seas una sirena._Le digo totalmente convencido.
Ella sonríe y dice:


_Genial, porque así podremos mantener una conversación normal antes de lo que pensaba.